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Carta de un "perplejo" a los perplejos |
El blog mendocino The Wanderer es uno de los más inteligentes y mejor escritos del mundo "tradi". El autor, cuyo nombre no es conocido, ha sido profundamente crítico a las autoridades de la Iglesia Concilar, a ciertas congregaciones conservadoras (el IVE, la Opus...), peor también a las "tradicionalistas" como la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Dueño de una cultura y una prosa elegante y de claro corte inglés, The Wanderer no pasa, sin embargo, de ser un "católico perplejo", lamentablemente...
Con ese nombre, Monseñor Marcel Lefebvre llamó a todos los fieles católicos que quedaban sorprendidos ante el avance de la Iglesia Conciliar: la nueva misa (la misa bastarda), los experimentos litúrgicos, la nueva moral que se iba imponiendo poco a poco, el nuevo catecismo y todo lo que se fue acrecentando durante la tiranía de Wojtyla/Juan Pablo II. Estos católicos perplejos quedaban sorprendidos y paralizados. En un libro con varios años e intitulado "La gran señal apocalíptica", se hablaba de "la inercia de los fieles en general", mientras que se apelaba a aquellos que, eran conscientes de los cambios doctrinales.
Un católico perplejo es entonces aquel católico que es consciente de la incompatibilidad entre la Iglesia Católica y la Iglesia Conciliar del Vaticano II, pero decide permanecer en la Iglesia Conciliar y trata de conciliar la nueva iglesia montiniana con la Iglesia de Cristo. Naturalmente, a medida que el Concilio y su aplicación fue asentándose y haciéndose más frecuente, los perplejos se escandalizaban más... a medida que el Concilio pisoteaba más la liturgia, los perplejos quedaban más asombrados y cuando los ministros de la nueva iglesia predicaban nuevas e increíbles herejías... ellos se escandalizaban y se refugiaban en grupos conservadores o, en el mejor de los casos, en la soledad de sus casas.
The Wanderer, en el artículo que a continuación reproducimos, reincide en su perplejidad y en la angustia que le genera la situación que se vive en la Iglesia Conciliar. Algunos también lo viven en el tradicionalismo, es cierto, pero de eso hablaremos en otra oportunidad.
Pero esto que vemos en The Wanderer también lo vemos en una multitud de personas que viven asombradas por el "rumbo que tomó la Patria". En efecto, no es infrecuente que entre los tradicionalistas y los conservadores se hable con horror del "matrimonio homosexual" (no ya una aberrción, sino algo imposible de aceptar para cualesquier filólogo), las leyes que el congreso promulga, los fallos judiciales o las relaciones que mantiene el gobierno nacional o sus niveles inferiores y regionales. Estos también están perplejos, esperan y sueñan con una "restauración" una "solución" a los problemas que vivimos en la política, en la sociedad y también en la fe.
Pero ¿Es acaso es solución una solución humana? El perplejo cree que todo puede solucionarse si los hombres se lo proponen. Sin saberlo, la propuesta de estas bien intencionadas personas tiene cierto resabio pelagiano: el hombre por sí mismo puede alcanzar a Dios. La filosofía de la voluntad de poder hizo su mella en muchos católicos y todo es "voluntarismo". Hace unos pocos años escuchaba a un abogado y político decir que el país necesitaba "un gaucho", es decir, un líder político nacionalista y entonces, todo se restauraría. Hace mucho menos, un sacerdote católico me hablaba de un "nuevo San Atanasio que continuara la obra de Marcel Lefebvre". Un fiel católico me dijo que él, si bien era "sedevacantista" (adhería a la tesis sedevacantista), consideraba que Monseñor Richard Williamson era "ese hombre". En otras palabras: líderes, caudillos, guías, salvadores humanos...
¿Y Cristo? ¿Y Nuestro Señor Jesucristo? Llega un momento en el cual la perplejidad, que nos inmoviliza debe ser superada. Debemos caminar. tenemos que dejar de escandalizarnos y horrorizarnos por lo que haga Bergoglio y sus secuases y asumir la realidad. La Iglesia Católica no será restaurada por ninguno de esos cardenales de la Iglesia Conciliar del Vaticano II, la mayoría de los cuales (como Bergoglio) ni son sacerdotes. Tampoco ningún obispo lefebvrista conseguirá ganar la pulseada a la Roma Neo Modernista ni Neo Protestante, como soñaba Monseñor Lefebvre. Menos aún, un obispo sedevacantista, por más buenas intenciones que queramos imaginar, podrá convocando un Concilio Imperfecto "salvar" a la Iglesia Católica Apostólica Romana. Los primeros sólo seguirán soñando y esperando, serán simples modernistas conservadores. Los segundos seguirán en el mejor de los casos en la misma posición endeble que se encuentra la FSSPX: se endurecerán en determinadas épocas (Wojtyla, Bergoglio), se acercarán en otras (Ratzinger); reconocerán a las autoridades que desobedecerán sistemáticamente y erigirán un apostolado paralelo y contrario a los obispos que, reconociéndolos, los anatematizan desde el púlpito. Los terceros, en el peor de los casos sólo darán otro antipapa, otro cisma, nuevas excomuniones, nuevos anatemas, nuevas almas escandalizadas y lastimadas.
Lo mismo ocurre en la política. Quienes esperan la llegada de un nuevo caudillo, un nuevo líder, un nuevo dirigente, ponen su fe en los hombres y no en Cristo. El problema que vivimos en todas las naciones modernas y en nuestras sociedades modernas es que Jesucristo, verdadero Dios y Verdadero Hombre no reina. Fue destronado, fue expulsado de las naciones y de los gobiernos, las sociedades han rechazado a Cristo, han rechazado su reinado, sus leyes, su amor, su justicia. El problema es que la sociedad moderna ya no tiene religión, no tiene nada que la ligue ni que la una a Dios Trino.
El día que los perplejos dejen de buscar soluciones humanas y se entreguen al Señor, comprenderán dónde está la Iglesia Católica, rechazarán a la Iglesia Conciliar del Vaticano II y todos sus errores... y también, ese día la patria terrena podrá ser consagrada a Cristo, mientras esperamos su venida en Gloria y Majestad.