martes, 26 de junio de 2018

MUY INTERESANTE DOCUMENTACIÓN, RECOMENDADO PARA DESATONTAR LAS MENTES...


Mucho se ha escrito sobre la famosa quema de algunos templos católicos realizados el 16 de Junio de 1955, luego del criminal bombardeo a Plaza de Mayo a cargo de la masonería apátrida argentina y ejecutada por la Marina de Guerra Nacional, en dónde se calcula por lo menos la muerte de 380 civiles indefensos, entre ellos mujeres y niños.
Aquí les compartimos esta interesante documentación, en dónde se deja bien en claro que las quemas de algunos templos Católicos no fueron ordenados por el Gral. Juan Perón, sino que fueron protagonizados por la Masonería Argentina juntamente con la IZQUIERDA apátrida y algunos personajes detestables del CLERO ARGENTINO, para derrocar al gobierno constitucional.
Les dejamos estos tres enlaces tomados de la página web catolicosalerta.com cuya dueña no se la puede catalogar de "peronista" ni nada por el estilo, ya que es reconocida en los ambientes nacionalistas y tradicionalistas, como lo más rancio del "integrismo" católico. Disfrútelo...



jueves, 21 de junio de 2018

EL SACERDOCIO CATÓLICO


“Vosotros sois el linaje escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de conquista, para publicar las grandezas de Aquel que os sacó de las tinieblas a su luz admirable” (I Pet., II, 9)


No hay en el mundo potestad que pueda compararse a la que se confiere al sacerdote con el Sacramento del Orden. Le da unos poderes maravillosos, incomprensibles, inefables, divinos, cuales son los de consagrar el Cuerpo y la Sangre preciosísimos de Jesucristo y de perdonar los pecados de los hombres. El sacerdote es una imagen viva de Jesucristo, otro Cristo, unido y configurado de tal manera con Él, que forma un solo y único Sacerdote, que ofrece un solo y mismo Sacrificio de Redención, y obra en virtud de unos mismos poderes que Jesucristo mismo le ha conferido. Y así como no hay en el mundo dignidad mayor que la del sacerdote, tampoco hay otra alguna que reclame mayor santidad. La Iglesia la exige en sus leyes y los Papas la inculcan con repetida insistencia a cuanto atañe a la formación de sus sacerdotes, usando en sus disposiciones de un rigor que no aplica a ningún otro estado de fieles. Que el estado sacerdotal es el más excelente y superior en dignidad, por razón de ser el sacerdote ministro de Cristo y administrador de los misterios de Dios (I Cor., IV, 1). Que este estado obliga al sacerdote a la mayor santidad de que sea capaz una criatura humana, pues el mismo Jesucristo se sirve de él para renovar su Sacrificio Redentor, para perdonar los pecados, para repartir el fruto de su Sangre preciosísima pro medio de los Sacramentos, para predicar la Palabra Divina y convertir los hijos de los hombres en hijos de Dios. 
Que en el Sacramento de Orden, que le consagra, y en la práctica de su altísimo ministerio, recibe (además del carácter sacerdotal y de los poderes anejos) una gracia y una ayuda especial; y si, con sus obras, corresponde a esta gracia y auxilio, podrá cumplir dignamente y sin temor los deberes de su difícil ministerio, que tanto espantaban a los mismos atletas del sacerdocio cristiano: a un Crisóstomo, un Ambrosio, un Gregorio Magno, un Carlos Borromeo y tantos otros (Papa Pío XI, Encíclica sobre el Sacerdocio Católico, 20 de diciembre de 1935) Que, por lo tanto, no le es necesario buscar su perfección espiritual no la mayor gloria de Dios, fuera de su propio estado y ministerio Del libro "La Santidad Sacerdotal"

sábado, 9 de junio de 2018

DESDE HACE MÁS DE UN SIGLO LA PRENSA MUNDIAL, (Nacional e Internacional) SE ENCUENTRA EN MANOS DE LOS ENEMIGOS DE CRISTO, DE LA IGLESIA Y DE LA HUMANIDAD...


El control mundial de la prensa para poder cegar y engañar a la gente, como predicaba y hacía sentir urgente el Baronet de Montefiore iba dirigido ante todo contra la Iglesia Católica, la cúpula enemiga por antonomasia del rabinato. Y el primero en reportar su impacto fue el cardenal Inglés Henry Manning. Preguntado el cardenal sobre la veracidad de la prensa en relación con el Concilio respondió escuetamente: “Tomen lo dicho por la prensa, entiendan lo contrario, y estarán muy cerca de la verdad”.

En palabras del historiador inglés Michael Davies: “Gracias al Cardenal Manning es posible establecer una comparación entre lo que sólo cabe describir como un paralelo impío en el papel jugado por la prensa durante los Concilios Vaticanos primero y segundo. La comparación es tan justa, que sólo cabe concluir que ambas campañas de prensa tenían el mismo origen”.
Observa Davies en su "Pope John's Council" Angelus Press 1962, que la gran diferencia entre ambos concilios estuvo en los números. En el Concilio Vaticano I (diciembre 8, 1869 al 20 de octubre de 1870) los contrarios al depósito de la fe eran contados; y los fieles que permitían un rezo veraz del Credo: "Creo en la Iglesia apostólica" eran la mayoría. Para el Concilio Vaticano II se habían invertido las proporciones. Los fieles al depósito de la fe eran minoría, los revolucionarios con sus planes perfectamente trazados y el apoyo de los "papas", mayoría.
Y es imposible negar que todos estos cambios de religión, más trascendentales que la Reforma Protestante misma en varios aspectos, habrían sido imposibles sin el monopolio de los medios de difusión en manos del enemigo.

A manera de Profecía :
"Las iglesias se lamentarán con gran lamentación, porque no se ofrecerá más Oblación, ni incienso, ni adoración aceptable a Dios. Los edificios sagrados de las iglesias serán como chozas; Y el precioso Cuerpo y Sangre de Cristo no se manifestará en aquellos días; La Liturgia se extinguirá; Cesará el canto de los salmos; La lectura de la Sagrada Escritura ya no será escuchada. Pero habrá tinieblas sobre los hombres tinieblas, lamentación tras lamentación, y aflicción tras aflicción.
"Entonces la Iglesia será dispersada, echada al desierto, y será por un tiempo, como era al principio, invisible, escondida en Catacumbas, en cuevas, en montañas, en lugares de escondite; Por un tiempo será barrida, por así decirlo, de la faz de la tierra. Tal es el testimonio universal de los Padres de los primeros siglos....".

Cardenal Manning