¿Quién puede arreglar todo esto? Ahora, nadie. Solamente Cristo o el Anticristo pueden arreglarlo.
Si Cristo puede arreglarlo ¿por qué no lo arregla? Cristo lo arregló ya viniendo al mundo, predicando su doctrina y muriendo por ella. Durante los diez siglos de Cristiandad europea, esto no pasaba: no se morían de hambre, no había desocupación, no había miseria, cada uno estaba contento en su lugar, el campesino no envidiaba al Rey, más bien los Reyes Santos envidiaban a los campesinos. ¡Había miseria y hambre! dirán Uds. Sí, por causas accidentales, por una peste o por una invasión de los bárbaros que quemaban, destruían y rapiñaban, y al fin eran vencidos; pero no como ahora en virtud de las mismas estructuras sociales: ahora hay una peste continua y un incendio continuo.
Y ahora ¿no lo arreglará de nuevo Cristo? Puede ser, yo no lo sé. Depende de nosotros, depende de la conversión de Europa (o de la Argentina) a Cristo. Hay muchas profecías privadas que dicen vendrá un gran castigo de Dios (que tal vez ya ha venido y sea este mismo estado en que estamos) y los hombres se arrepentirán y vendrá un tiempo de orden y prosperidad, aunque sea corto, una generación; 30 años; y después vendrá el Anticristo. Son profecías privadas; yo no lo sé. Yo no he tenido ninguna visión de Dios. No sabemos.
Lo que sabemos es que somos de Cristo; y Cristo triunfará finalmente «por las buenas o por las malas» –como dice Aramburu. Si es por las malas y tenemos que penar y sufrir, paciencia; nuestra compensación es grandísima en el cielo. Total cuando uno muere, siempre pena y sufre; y todos morimos. Lo esencial es que en la vida y en la muerte, en esta vida y en la otra, suframos o no suframos, por Cristo estamos y de Cristo somos.