Estimados lectores y visitantes, hoy deseo compartir con ustedes la respuesta que me enviara hace un tiempo ya, un lector de este blog, a un e-mails que le enviara y que está aqui a continuación. 1º mi correo y abajo en letras negras la respuesta que es lo que me interesa que lean.
Estimado Guillermo, como se que usted es peronista, -creo- me gustaría saber si tiene algunos datos o algún escrito sobre "la quema de iglesias" en tiempos del Gral. Perón, ya que me tienen hartos los clericalistas y el gorilaje con ese disco.
Yo sé que no fue Perón quien ordenó eso, sino que fueron maniobras de la masonería, pero como hacerles entender esto, supongamos que hubiese sido Perón el de la quema, está mal hecho, porque es una picardía quemar hermosas iglesias, creo que mejor deberían haber expulsado a algunos miembros del tan mentado clero argentino.
Saludos
Legión católica
Estimado amigo y dignísimo compatriota:
Así es mi amigo: yo llegué al peronismo doctrinario desde el nacionalismo católico. El peronismo me hizo comprender una cantidad enorme de cosas, que no podía explicar desde el nacionalismo, donde había cultivado muchas amistades, algunas de las cuales aún mantengo y otros fueron camaradas en la milicia. Con estas dos mochilas bien cargadas y teniendo 17 años ingresé al Colegio Militar. Nunca me cambié la camiseta. ni aún viviendo entre los gorilas. Me decían que yo estaba equivocado. ¡Pobrecitos! Aún no encuentran su destino y es posible que mueran así, en la desolación más abstrusa. Pero ya se sabe: al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen. Y a estos los están fajando, pero con un rebenque, no con la faja de las guaguas. ¡Y todavía no saben por qué los fajan!
Creo que el temá de la quema de las Iglesias es el más tratado por mí a pedido de mis queridos lectores. Tal vez debí escribir un tema relacionado con este suceso desgraciado y dejarme de escorchar.
De antemano le digo: es un tema rodeado de misterio o tan clarito que se puede ver a la legua. Comenzamos. En la mañana del 16 de junio la Aviación Naval y la Fuerza Aérea Argentina (las dos recibirían en tal ocasión su bautismo de fuego y no en Malvinas como ampulosamente se pregona), descargaron toneladas de bombas de fragmentación sobre la Casa de Gobierno y sus alrededores. El uso de bombas de fragmentación fue una crueldad tan grande que ni autores extranjeros ni nacionales han podido explicar semejante maldad y ensañamiento. Dicen que los otros tipos de bombas no habían llegado de Incalaperra. Después se supo que era mentira: las bombas estaban, pero no tenían espoletas. Y a último momento se resilvió tirarlas como estaban. Resultados: 8 desaparecidos; 620 muertos; 2.500 heridos en su gran mayoria mutilados; 82 edificios semidemolidos; más de 400 incendios; etc.
A todo esto lo ocultaron. El primero en hacerlo fue Perón, blandiendo como siempre aquello de "la unidad nacional" y "del pueblo y sus FF. AA.", que se atesoraban como lo hacía mi madre con el relicario de mi abuela. Después vinieron los otros que tergiversaron todo, minimizándolo al extremo. De manera que estas cifras usted las encontrará de cien formas. Perón, por ejemplo, decía que los muertos no llegaban a 320 (más o menos la mitad), pero del resto no decía nada. Nunca dijo nada. Debido a esta actitud, sumamente cuestionada, no conocemos ni los nombres de los muertos, porque Perón escondió los apellidos de los que fueron a dar la vida por él, aunque la gran mayoría fue de inocentes. Entre ellos 8 Granaderos. Los únicos granaderos que en toda la historia de ese Regimiento dieron la vida por cumplir con su misión: cuidar al Presidente. De estos Granaderos no se acuerdan ni los propios Granaderos (porque son un mal ejemplo: para hombres que siempre traicionaron a los presidentes, sin piedad).
Cuando regresó Perón le propusieron colocar una placa de mármol sobre la Casa Rosada o el Ministerio de Economía. Allí quedarían los nombres de las víctimas para siempre. El proceso la hubiese hecho sacar. Pero Perón los sacó carpiendo a los de la proposición (por aquello de que él era prenda de unión y de paz). El 16 de junio de 1955 dejó, en dos horas, más muertes y destrozos que Malvinas en 3 meses de guerra contra un enemigo extranjero.
Esa noche se produjeron los incendios de los templos del centro histórico de Buenos Aires. Este es otro misterio. Y sobre el particular hay versiones. Pero no hay nada cierto. Lo único cierto es que se sucedieron misteriosamente en unas pocas manzanas. En Iglesias, capillas y oratorios del Gran Buenos Aires, por ejemplo, todo el mundo dormía plácidamente. No faltaron los que les echaron la culpa a los obreros. Pero en las barriadas obreras no hubo ningún hecho de este tipo. Y en el resto del interior tampoco. Ninguna Catedral o Iglesia fua atacada o mansillada.
También llama la atención de que ningún religioso haya salido, no digo muerto, simplemente herido. San Francisco, por ejemplo, tenía entre presbíteros y diáconos 18 individuos. ¿Todos huyeron? ¿Ninguno salió a defender aquellas imágenes sobre las que en las películas los curas lloran amargamente?
Pero, todo el mundo cree que el "golpe peronista" fue en las Iglesias. No. Fue en la Curia Metropolitana (una especie de hogar de tránsito de los curas que venían del interior y hacían noche allí): quemaron los archivos. Parecería que lo más importante era quemar los archivos de la Curia que la quema de las Iglesias. ¿Qué había en esos archivos que los infelices como yo no podíamos ni podemos leer? Fíjese usted que de la quema de estos archivos nadie habla. Ni Perón ni los peronistas. Ni los gorilas, socialistas, curas y demás esperpentos se hacen olímpicamente los pelotudos. Cuando deberían llorar por la quema de esos archivos.
Los gorilas que cuentan esta salvajada, se olvidan de lo que habían hecho a mediodía. No había ambulancias. En los hospitales había escenas dantescas, tenebrosas. No había policías. Los bomberos no daban a basto tratando de controlar la travesura de los simios a mediodía. Y ellos pretendían que se interrumpa todo para ir a apagar el fuego que lo hicieron los propios curas. Yo, hoy, a la altura de mi vida, a mí, estos pelandrunes no me joden más.
Como el bombardeo a Plaza de Mayo no marcó el punto de inflexión en el derrotero de Perón. entonces inventaron un Punto de No Retorno: quemar las Iglesias. Yo siempre he dicho que allí mismo Perón debió irse. Renunciar. Buscar asilo en otra parte. Ya todo estaba terminado. O bien quedarse, como lo hizo, pero para luchar hasta el último cartucho. Un general victorioso en las urnas (la parte más difíci), con el 95% del Ejército a su favor; el 100% de la Fuerza Aérea y un 80% de la Armada a su favor, ¡se rinde!
Esto sigue mi amigo, pero ahora me cansé. Le prometo, si me hace recordar, que le contaré cosas más tristes que han ocultado los gorilas canallas.
Un abrazo
NI YANQUIS NI MARXISTAS
Guillermo
Milico Irrecuperable (para el Régimen Perverso)