El control mundial de la prensa para poder cegar y engañar a la gente, como predicaba y hacía sentir urgente el Baronet de Montefiore iba dirigido ante todo contra la Iglesia Católica, la cúpula enemiga por antonomasia del rabinato. Y el primero en reportar su impacto fue el cardenal Inglés Henry Manning. Preguntado el cardenal sobre la veracidad de la prensa en relación con el Concilio respondió escuetamente: “Tomen lo dicho por la prensa, entiendan lo contrario, y estarán muy cerca de la verdad”.
En palabras del historiador inglés Michael Davies: “Gracias al Cardenal Manning es posible establecer una comparación entre lo que sólo cabe describir como un paralelo impío en el papel jugado por la prensa durante los Concilios Vaticanos primero y segundo. La comparación es tan justa, que sólo cabe concluir que ambas campañas de prensa tenían el mismo origen”.
Observa Davies en su "Pope John's Council" Angelus Press 1962, que la gran diferencia entre ambos concilios estuvo en los números. En el Concilio Vaticano I (diciembre 8, 1869 al 20 de octubre de 1870) los contrarios al depósito de la fe eran contados; y los fieles que permitían un rezo veraz del Credo: "Creo en la Iglesia apostólica" eran la mayoría. Para el Concilio Vaticano II se habían invertido las proporciones. Los fieles al depósito de la fe eran minoría, los revolucionarios con sus planes perfectamente trazados y el apoyo de los "papas", mayoría.
Y es imposible negar que todos estos cambios de religión, más trascendentales que la Reforma Protestante misma en varios aspectos, habrían sido imposibles sin el monopolio de los medios de difusión en manos del enemigo.
A manera de Profecía :
"Las iglesias se lamentarán con gran lamentación, porque no se ofrecerá más Oblación, ni incienso, ni adoración aceptable a Dios. Los edificios sagrados de las iglesias serán como chozas; Y el precioso Cuerpo y Sangre de Cristo no se manifestará en aquellos días; La Liturgia se extinguirá; Cesará el canto de los salmos; La lectura de la Sagrada Escritura ya no será escuchada. Pero habrá tinieblas sobre los hombres tinieblas, lamentación tras lamentación, y aflicción tras aflicción.
"Entonces la Iglesia será dispersada, echada al desierto, y será por un tiempo, como era al principio, invisible, escondida en Catacumbas, en cuevas, en montañas, en lugares de escondite; Por un tiempo será barrida, por así decirlo, de la faz de la tierra. Tal es el testimonio universal de los Padres de los primeros siglos....".
Cardenal Manning
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