Me llegan numerosas preguntas acerca de temas no religiosos. Aunque, hablando en plata, ¿qué tema hay que de algún modo no lo sea para un hom bre como mi tío, que sostiene que la religión no es una industria, ni una es pecialidad, sino una vida? La vida penetra por todo, pues es lo mejor y lo único que posee el hombre.
Me presenté a mi tío con las preguntas, y he aquí lo que contesta el viejo:
Pr e g u n t a, El plan quinquenal arreglará la Universidad?
Re s p u e s t a. ¡La Virgen Santísima y Nuestro Señor lo quieran! Yo no lo sé. Lo que yo sé es que hay profesores -por ejemplo, de filosofía- a quienes pueden aumentar el sueldo a dos mil quinientos pesos y también a 25.000 pesos mensuales, y no van a enseñar filosofía. Así como conozco profesores de teología que “por todo lo criado y aunque la vida les quitasen” -como decía Ignacio de Loyola- no van a enseñar teología. Nadie da lo que no tiene.
Pr e g u n t a. ¿En qué consiste y para qué sirve la asignatura que inventaron en el Instituto de Humanidades de La Plata, titulada: Metodología de la Práctica de la Enseñanza de las Ciencias Auxiliares de la Educación ?
Respuesta. Con esa ciencia y diez centavos, usted puede ir en subterráneo desde Federico Lacroze a Leandro N. Alem.
Pregunta. ¿Qué me dice de la huelga de los taxis? ¿No debe ceder de una vez el Municipio ?
Respuesta. De ninguna manera. Aunque no tuviera razón. Sería una caída funesta de la autoridad social. “Acertar siempre y sin falla / debe el noble y principal; / pero si la acierta mal, / sostenella y no emendalla.” Sobre todo cuando, en este caso, parece que tiene razón el Municipio, aunque confieso que no he estudiado este asunto. Pero es falso lo que usted alega que “Perón se propone una estatización del negocio taximétrico, parecida a la mil veces maldita Corporación de Trasportes”.
Pr e g u n t a. ¿Es verdad que Jesús de Nazaret fue espiritista ?
Resp uesta, n o.
Pregunta . ¿Esverdad que Jesús dijo: No hay que imponer por fuerza las creencias, por lo cual Yo soy contrario a la enseñanza religiosa en las escuelas?
Respuesta. Sí, es verdad que Jesús dijo eso en una mesa de tres patas, donde fue evocado por Fernando Saccone, presidente, y don Inocencio Mer lo, vicepresidente de la Asociación Escuela Científica Basilio, Culto Espiri tista, Rawson 53, Buenos Aires, con filiales en Quirno Costa, Vidal, Salta 222, Canals (Córdoba), Venado Tuerto, Fraile Muerto y Montevideo. N o miento.
Pregunta. ¿Qué opina usted de la destrucción de las pequeñas industrias?
Respuesta. Opino que algunas dellas merecen ser destruidas: la Universi dad del Litoral, los troperos de taxis y el espiritismo, por ejemplo, son pequeñas industrias.
Fuera bromas, la destrucción de las verdaderas pequeñas industrias es un signo ominoso de antipatria, porque tiende a convertirnos en un pueblo de asalariados y en un Estado Servil. Y esto sí que es un tema religioso: porque si la economía y las finanzas (el capitalismo) aconsejan las grandes industrias, la caridad y el amor patrio defienden las pequeñas. Y la Caridad, en un país cristiano, no debe ser atropellada por la Economía. Las dos deben vivir.
Copio de la carta de una sobrina:
Tomé el tren para Tucumán y bajé en Monteros. Cuatro viejas rezaban y tejían maravillosas randas. En la estación siguiente, un mocetón moreno hacía primores en talabartería fina. En una casa cercana, un viejo trenzaba tientos y producía riendas, maneas y cabestros.
Estuve en Salta y en Jujuy: todo un pequeño diseminado pueblo de orfe bres reproducía con simple perfección la antigua platería de Salamanca y Toledo. En las afueras de Humahuaca y Tilcara y La Quiaca se tejían barre- cajas. Los coyas fabricaban instrumentos musicales y sus mujeres teñían mantas y ponchos regios. Y entonces me pregunté:
-¿Qué son éstos? ¿Qué hacen? ¿Qué les sucederá?
Estos son hombres libres, por lo menos cuanto es posible en este mundo. Se han individualizado y personificado. Son todos piadosos, verdadera y pro fundamente religiosos. He visto en Villagón una Semana Santa que no olvida ré mientras viva. Como corolario, son artistas, artesanos con inteligencia (que eso es un artista) orfebres, tejedores, talabarteros, ebanistas maravillo sos. Ningún hombre comprende nada, si no es capaz de hacer algo.
Componen música, una música de cuya rebajada estilización viven mu chos artistas de las ciudades. Componen y repiten villancicos, glosas, coplas, romances y acertijos. ¿Qué les sucederá? Lo mismo que a los progresistas pueblos ricos del litoral, feos y tristes como el demonio; la gran industria organizada les romperá el alma y el estetismo del asfalto los atontará. Y cuan do se agremien y se vuelvan servilmente poderosos para integrarse en el Esta do, como quería Hegel, adiós música y romances, adiós montería y filigrana de plata, y con ellos, adiós verdadero espíritu popular y tradición cultural y verdadera vida humana. Y entonces, adiós orden romano, civilización greco- latina y espíritu cristiano...
Hasta aquí mi sobrina.
Yo puedo añadir, como testimonio fiel, que cuando visité a Catamarca hace años y tuve ocasión de venerar las reliquias de Esquiú (“el gran fraile de la Patria”; como lo mencioné entonces), revisar su biblioteca y conocer su casta, me encontré allá con el conflicto del aguardiente. Impuestos Inter nos con sus inspectores -dependientes de Ramón S. Castillo, catamarque- ño!- estaban destruyendo multitud de pequeñas destilerías caseras -a benefi cio de las grandes destilerías con capital extranjero- que eran el pan de nume rosas familias criollas; con el pretexto de que usaban caños antihigiénicos, como si el primer caño que existió en el mundo, como lo dice su nombre, no hubiese sido una caña. En vez de enseñar a la pobre gente a perfeccionar sus alambiques, la Capital Federal -que para eso somos federales- simple mente les destruía el trabajo familiar. Los franciscanos, con ese instinto que heredaron del Pobre de Asís, se habían puesto de parte de los pobres, y hasta les ayudaban a vender aguardiente casero -con ese bouquet que no tiene el aguardiente de fábrica- de contrabando. Presencié una anécdota graciosa, que contaré algún día, de cómo un párroco y dos indios salvaron con picardía criolla a una familia de las iras fiscales de un inspector demasiado celoso; ¡pobre gente!
Yo mismo me compré dos damajuanas franciscanas de aguardiente: una me la hice traer a Buenos Aires con dos maestras católicas de Nuestra Señora del Valle, que la hicieron pasar en la estación por agua medicinal vegetal, lo cual no era mentira... Y la otra me la tomé con mis amigos de Catamarca.
Castellani, Leonardo - Cristo Vuelve o No (página 181-185)
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