La situación de nuestra patria es crítica. Social, económica, política y religiosamente sucumbe por la acción deboradora de unos elementos disolventes y corruptores.
Sin embargo, la dureza de España radica en su espiritualidad que no viene de los hombres sino de lo alto. Basta recuperar ese reducto sano y espiritual que motive a los compatriotas a combatir contra la CARCOMA que infecta e inhabilita sus más preciados dones y elementos.
No nos resignemos a morir legando a nuestros hijos una España quebrada y envenenada, roguemos al Creador que nos insufle su ESPÍRITU SANTO en nuestros sacerdotes, soldados, obreros, industriales, tenderos, etc...
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