Gral Juan D. Perón |
“SEÑOR: muchas veces he hablado a mi pueblo; muchas veces he compartido con él las horas alegres y las horas tristes o difíciles de sus hijos, participando de su felicidad e infundiéndoles fe. En el largo camino de mis luchas, muchas veces también he elevado mi espíritu hasta vuestro corazón, rogando por la felicidad de mi pueblo y por la grandeza de mi patria.
“Hoy vengo, Señor, en cambio, con mi pueblo, y con él, postrado humildemente ante Vuestra Divina Majestad, os reitero públicamente mi gratitud y la gratitud de todos los argentinos por cuanto nos ha sido dado de felicidad y de grandeza en estos años que llevo al frente de los destinos de la Nación.
“Os agradezco porque en vuestra infinita bondad nos habéis concedido la paz y las condiciones espirituales y materiales necesarias para trabajar construyendo esta Nueva Argentina.
“Os doy gracias porque habéis tenido a bien inspirarnos desde el fondo mismo de vuestro Evangelio una doctrina de justicia y de amor y porque nos habéis ayudado a realizarla progresivamente en esta tierra y para este pueblo.
“Os agradezco, Señor, porque vuestro amor y vuestra gracia han sido magnánimos y generosamente derramados sobre nuestro pueblo, y porque vuestra bendición ha descendido abundantemente sobre sus afanes, sus trabajos y sus sacrificios, creando así la situación de mayor bienestar en que se encuentra.
“Quiero reiteraros, asimismo, Señor, en esta oportunidad, los ruegos que os he hecho otras veces en la intimidad de mi corazón.
“Os pido que vuestro amor siga derramándose sobre este pueblo argentino, que os reconoce y os ama desde los comienzos mismos de su vida.
“Os pido especialmente que lo ayudéis en las luchas que sostiene por su dignidad de Nación justa, libre y soberana por la dignidad de cada uno de sus hijos.
“Os ruego que así como acrecentáis la fecundidad de nuestras tierras y el trigo de nuestros campos -que por vuestro amor se consume en la unidad de la eucaristía-, se acreciente más aún la fecundidad del corazón de todos los argentinos, para que sean una sola cosa en virtud del amor, que es lo único que construye.
“Os imploro el auxilio necesario para que en mis afanes y trabajos, lo mismo que en las luchas de los hombres que comparten conmigo ahora y compartan después de mí la responsabilidad del gobierno en nuestra patria, nunca se altere nuestro propósito inicial de servir lealmente al pueblo, sobre todo a sus hombres y mujeres más humildes, porque estoy seguro de que sirviéndolos con lealtad y con amor estaremos siempre muy cerca de vuestro corazón.
“Os ruego también, Señor, por la paz y la felicidad de esta patria nuestra tan querida, y por la paz y la felicidad de todos los hombres y de todos los pueblos del mundo, para los cuales imploro vuestra misericordia y vuestro amor.
“Para mí, Señor, no os pido otra cosa que la luz necesaria para seguir conociendo los mejores caminos de mi pueblo y la fortaleza que sea menester para conducirlo a sus altos destinos.
“Por fin, con absoluta conciencia de la responsabilidad que asumo, y en señal de gratitud por cuanto habéis otorgado a la Nación Argentina, en la abundancia de vuestro amor, os ofrezco todo cuanto soy y cuanto poseo, vale decir, mi vida por la grandeza y la felicidad de mi patria y de mi pueblo, cuyos destinos deposito en Vuestro Divino Corazón”.