Por: Moneda Natural
El tráfico se interrumpe y tenemos un problema cuando hay un boletero que cobra peaje en el puente y restringe el paso decidiendo quien pasa y quien no.
Entonces, un simple boletero controlando el tráfico y subiendo el precio del boleto a voluntad, se vuelve el personaje central y más poderoso del puente.
En la Economía, el Boletero es el Banquero, una sabandija parasita que recauda sin producir valor y restringe la circulación a voluntad.
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Puente de piedra |
La Economía consta, sólo, de tres órganos: la Producción, el Consumo y la Distribución.
La Producción: la constituyen las mercancías y los servicios que el trabajo del hombre y su máquina ponen a disposición de los consumidores.
El consumo: está constituido por las necesidades, los deseos de lo menos necesario e incluso de lo superfluo, de la población.
Y la Distribución no es más que el medio que permite que la Producción llegue, de la manera más idónea posible, al Consumo.
La Producción también se denomina Oferta, y el Consumo, Demanda.
Digamos, antes de proseguir, que el objeto de la Producción es el Consumo. No es crear puestos de trabajo; no es equilibrar la Balanza de Pagos; no es regular los precios.
El objeto de la Producción es el Consumo.
En la realidad, tal como suceden las cosas en nuestra enferma economía, el mecanismo operatorio de la Distribución son las Finanzas.
Las Finanzas son el medio que permite - o no permite, según convenga a los financieros - que la Producción y el Consumo se encuentren y el Dinero es el medio a través del cual opera la Distribución.
Un ejemplo que ilustra de una manera insuperablemente gráfica tal función nos lo facilita el llamado “ejemplo del puente”, un puente que por las cosas raras y nocivas que sobre el mismo ocurren venimos a llamar el Puente del Diablo.
Dicho puente une las dos riberas de un río, las cuales representan a la Producción y al Consumo.
El puente, por supuesto, son las Finanzas, y el tráfico que por él transita son las mercancías y servicios, es decir, la riqueza de una comunidad.
Y damos por sabido que en todo sistema económico, aparte de los niños, los ancianos y los impedidos, todos desempeñan una doble función, es decir, son a la vez productores y consumidores.
Así, un industrial produce por ejemplo, lingotes de acero y consume alimentos, ropa, etc. ...y un agricultor produce cereales y consume semillas, tractores.
Es decir, todos trabajan en la ribera de la Producción y viven en la del Consumo.
El puente presenta las siguientes características:
a) Es un recurso para que el tráfico cruce la orilla, y nada más.
b) Ha sido construido en beneficio exclusivo de la comunidad.
c) Aparte del servicio que ejecuta, carece de todo valor artístico; no es más que piedra, acero, cables y andamiaje.
d) Es una obra humana, no divina, y en consecuencia pueden introducirse en la misma todas las modificaciones que su mejor aprovechamiento hagan aconsejable como ensancharlo, pavimentarlo, techarlo, etc.
e) Pertenece a la comunidad que lo necesita y emplea, y no al personal que se encarga de su mantenimiento y de cobrar el peaje de tránsito.
f) En consecuencia, incumbe a los propietarios de dicho puente, tomar todas las decisiones que consideren necesarias para el normal funcionamiento del mismo, y contratar al personal que se ocupe de la ejecución de tales decisiones; este personal, naturalmente, será pagado por los propietarios del puente y a ellos deberá rendir cuentas de su gestión.
Y no obstante...
Veamos las cosas rarísimas que suceden en este diabólico puente…
Para ello, comparémoslas, párrafo por párrafo, con las cosas que deben suceder en un puente bien administrado:
a) Es una ciencia cuya finalidad es la obtención del poder político.
En la actualidad, no hay un sólo gobierno en el mundo que no se halle compuesto, esencial o mayoritariamente, por testaferros de la Alta Finanza.
No se excluyen de esta aseveración, a los gobiernos de los llamados países socialistas.
b) Es considerado - el puente - en vez de haber sido construido en beneficio de la comunidad, como si hubiera sido construido en beneficio de los encargados del cobro del peaje de tránsito, pues el Dinero ha llegado a ser una mercancía más, sujeta a los avatares del negocio, en vez de ser un instrumento de medida y cambio.
c) Para contribuir al engaño colectivo, se ha rodeado al puente de una leyenda dorada, según la cual, para transitar por el mismo los usuarios deben dejarse guiar por los consejos de los magos, expertos en los trucos de la hermética bancaria.
d) Aun cuando el puente sea obra humana, se actúa como si fuera pura creación divina, tan alejado pues, de nuestra capacidad de comprensión, que en vez de ensanchar el tamaño del mismo para acomodarlo al tráfico, es precisamente éste el que, con perjuicio para toda la comunidad, debe amoldarse a las inmutables dimensiones del puente.
e) El puente NO pertenece a la comunidad que lo necesita y emplea, sino que los instrumentos de la Finanza, es decir, los bancos, son entidades privadas, incluyendo a los llamados bancos nacionales, o Centrales, como la Banque de France, el Bank of England, el Federal Reserve Bureau, etc.
f) En consecuencia, los empleados del puente no son designados por los propietarios - usuarios, ni son pagados por éstos, ni, lógicamente, rinden cuentas de su gestión a los mismos.
Muy al contrario, obtienen inmensos beneficios personales y, paralelamente, poder político, en su propio beneficio.
Pero una cosa es evidente, y es que el puente no funciona como debiera; pues bien, cuando la administración deficiente es causa de que el tráfico no funcione con fluidez y se transforme en un auténtico tumulto, lo lógico es pedir cuentas de su gestión a los encargados de su mantenimiento y, si procede, echarlos a la calle.
Pero ello no ocurre así en la realidad; muy al contrario, se le hace creer a la gente que la única manera de que las cosas marchen bien en el futuro consiste en confirmar en sus puestos de privilegio a los empleados del puente.
Cualquier debate acerca de la función económica de la Distribución, es decir, de las Finanzas, es tabú para nuestros expertos en Economía.