lunes, 17 de julio de 2023

LOS FALSOS PROFETAS

 


1.- No sucede lo que anuncian
“Acaso preguntas: ”¿Cómo vamos a saber que una palabra no viene de Yavé?” Si algún profeta habla en nombre de Yavé y si lo que dice no sucede, tú sabrás que esta palabra no viene de Yavé. El profeta habrá hablado para jactarse y no le harás caso” (Dt 18,21-22).
Podemos afirmar que esto se repite continuamente en las sectas: anuncian hechos que no se realizan.
José Smith fundó la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día (Mormones), presentándose a sí mismo como el encargado de reunir al Nuevo Pueblo de Dios y preparar el regreso de Cristo. El murió (año 1844) y el mundo siguió adelante como siempre. Tanto que tuvieron que cambiar parcialmente el nombre de la organización, poniendo “Últimos Días” en lugar de “Último Día”.
Lo mismo sucedió con los Adventistas. Según ellos, el fin del mundo estaba previsto para el 21 de marzo de 1843. Al no pasar nada, establecieron una nueva fecha, el 22 de octubre de 1944. Al fracasar otra vez, decidieron ya no poner ninguna fecha exacta, sino hablar más bien de un “inminente” regreso de Cristo. Tan “inminente”, que ya pasó casi un siglo y medio y Cristo aún no regresa. ¡Falsos profetas!
En este aspecto los Testigos de Jehová mantienen el primer lugar, habiendo establecido muchas veces la fecha del fin del mundo, sin éxito alguno. Sin embargo, en lugar de reconocer su error, inventan alguna justificación, establecen una nueva fecha y siguen adelante, tercos como nunca.

2. Se basan en sueños y visiones, frutos de su imaginación
“Yavé me respondió: Estos profetas andan anunciando mentiras en mi nombre; yo no los mandé, ni les di órdenes, ni les hablé. Falsas visiones, adivinaciones sin cometido, sueños de su imaginación, eso es lo que profetizan”. (Jer 14.14).
“Esto dice Yavé: No escuchen las palabras de estos profetas porque los engañan contándoles las visiones de su propia imaginación y no lo que sale de la boca de Yavé”. (Jer 23,16).
Hablan por su cuenta. O se trata de enfermos mentales, que confunden con un mensaje divino lo que es fruto de la propia imaginación, o son auténticos engañadores. Es suficiente pensar en José Smith, fundador de los Mormones, según el cual Dios le había revelado la restauración de la antigua poligamia. Una auténtica depravación moral, tanto más grave en alguien que se presenta como “enviado de Dios”.

3. Nadie los envía: actúan por su cuenta
“Y los cuentan a mi pueblo, que profetizan sueños mentirosos y lo desorientan después con sus embustes y extravagancias. Yo no los he enviado ni les he encargado que transmitan mis Órdenes; no sirven, pues, para nada a mi pueblo, dice Yavé” (Jer 23,32).
Todos los fundadores de las sectas se presentan como “enviados de Dios” con un mensaje especial para toda la humanidad, acusando a todos los demás de ser “agentes de satanás”. Sin embargo, es importante notar cómo lo que uno afirma es negado por otro, y viceversa.
En todo esto, ¿es posible que haya solamente buena fe? ¿No habrá también intereses ocultos? ¿No será que quieren y servirse de la religión para ganar dinero y pasarla bien?

4. Se sirven de la Palabra de Dios
“Esto dice Yavé en contra de los profetas que engañan a mi pueblo: Si pueden masticar a dos canillas, anuncian la paz; pero si alguien no les llena la boca, le declaran la guerra santa. Así dice: “Noche sin visiones para los profetas; tinieblas en vez de revelaciones; el sol se pone para los profetas y, les deja puras sombras” (Miq 3,5-6).
“Sus gobernantes se dejan comprar para dar una sentencia; sus sacerdotes cobran por una decisión; sus profetas sólo vaticinan si se les paga, y todos dicen que son amigos de Yavé. Por eso exclaman: Si el Señor está con nosotros, ¿qué desgracia nos puede pasar?”(Miq 3,11).
Más que ser “servidores de la Palabra” (Lc 1,2), se sirven de la Palabra para lograr beneficios personales. Por eso surgen sectas para todos los gustos y las necesidades. Es la lógica de la demanda y la oferta.
¿Y la preocupación por la verdad? “Pilato dijo a Jesús: ¿Qué es la verdad?” (Jn 18, 38).
Por eso nos encontramos en una verdadera Babel religiosa. Si queremos salir de ella, no nos queda otro camino que una búsqueda atenta y apasionada de la verdad, confiando en lo que dijo Jesús: “La verdad los hará libres” (Jn 8, 32).

5. Enseñan doctrinas perversas
“Yo sé que después de mi partida se meterán entre ustedes lobos voraces que no perdonarán al rebaño; y de entre ustedes mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas perversas y arrastrarán a los discípulos tras sí”. (Hech 20,29-30).
“El Espíritu nos dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos renegarán de la fe por seguir enseñanzas engañosas y doctrinas diabólicas”. (1Tim 4,1).
Dicen los miembros de las sectas: “Nosotros somos mejores que los católicos, porque no comemos carne de cochino, no fumamos, no tomamos, no vamos a los bailes, no usamos aretes, etc”. Como es fácil notar, tratan de enfatizar algunos elementos secundarios, para aparentar entrega a Dios y alejamiento del mundo, cosas que no tienen que ver nada con el verdadero mensaje de la salvación y que sirven solamente para fomentar el orgullo.
“No tomes esto, no gustes eso, no toques aquello. Esos no son más que mandatos y enseñanzas de hombres referentes a cosas que se usan, se desgastan y desaparecen. Estas doctrinas parecen profundas por su religiosidad y humildad, y porque se trata, duramente al cuerpo; pero no hacen más que fortalecer el orgullo propio”. (Col 2,21-23).
Y después, escudándose detrás de estas prácticas insignificantes, enseñan verdaderas aberraciones, aceptando el divorcio, la poligamia y la discriminación racial (Mormones), negando la presencia real de Jesús en la Eucaristía, rechazando a Jesús como Dios (Testigos de Jehová), tratando de destruir aquella única Iglesia que Cristo fundó personalmente cuando vivió en este mundo y que durará hasta su regreso glorioso (Mt 16,18; 28, 20).
Tal vez nunca como ahora es actual el problema de las sectas y las herejías. Y nosotros nos quedamos bien tranquilos, olvidando las advertencias que nos vienen de la Biblia y el ejemplo que durante casi dos mil años de historia de la Iglesia nos dieron pastores celosos y valientes. Es tiempo de despertar y hacer algo para ayudar al rebaño que se encuentra indefenso frente a la embestida de los lobos feroces.

6. Se burlan de las cosas sagradas
“Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer su carne?”. (Jn 6,52).
Es lo que andan repitiendo los Testigos de Jehová y tantos otros hermanos separados: “Nosotros no somos caníbales para comer el cuerpo de Cristo”.
Si ellos no logran o no quieren entender estas cosas, ¡que por lo menos se callen! Al contrario, siguen tercos en contra de la Eucaristía y la Santa Misa, profanando así lo más sagrado que nos haya dejado Jesús, Nuestro Dios y Salvador.

7. Provocan divisiones
“Aquí tiene a hombres que causan divisiones, hombres terrenales que no tienen el Espíritu Santo. En cambio ustedes, muy amados, construyan su vida sobre las bases de su santísima fe, orando en el Espíritu Santo”. (Jud 19-20).
“Hermanos, les ruego que tengan cuidado con esa gente que va provocando divisiones y dificultades al enseñarles cosas distintas de las que ustedes han aprendido; aléjense de ellos, porque esas personas no sirven a Cristo Nuestro Señor” (Rom 16,17-18a).
Es el destino de las sectas. Un grupo se aparta de otro, porque sus miembros se sienten superiores a los demás. Con el pasar del tiempo, unos se separan y fundan un nuevo grupo, porque se dan cuenta de que algo anda mal en el grupo anterior. Y así adelante, sin nunca parar.
¿Y la voluntad de Jesús de mantenerse siempre unidos en su Iglesia? (Jn 17,21). Puro cuento para adormecer a los niños. Los sectarios tienen sus ideas y ya.
“Tengan cuidado con esa gente” —nos advierte San Pablo—.; “aléjense de ellos”.

8. Escandalizan y engañan a los débiles en la fe
“Y con palabras suaves y agradables engañan los corazones sencillos” (Rom 16,18b).
“Si alguno hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar” (Mc 9, 42).
Nuestros católicos practicantes por lo general tienen actitudes y costumbres cristianas, aunque les falte una base “bíblica”, que sustente su fe. Entonces, llegan las sectas y los confunden. Les dicen: ¿Por qué ustedes afirman que María es Virgen? La Biblia presenta a los “hermanos de Jesús”. Además, en la Biblia no se encuentran las palabras “misa”, “rosario”, “purgatorio”, “papa”, etc. ¿Por qué dicen “padre” al sacerdote? La Biblia lo prohíbe (Mt 23,9).
De esta manera les meten dudas acerca de su fe católica, logrando que algunos vayan a engrosar sus filas o se aparten de cualquier práctica religiosa. Se aprovechan de los “débiles en la fe”, que no logran resistir a los ataques de los más astutos. Una actitud completamente condenada por Jesús (Mc 9, 42).

9. Tergiversan las Escrituras
“Hay en ellas algunos puntos difíciles de comprender que las personas ignorantes y poco firmes en su fe tuercen, lo mismo que las demás Escrituras, para su propio perjuicio” (2Pe 3,16b).
Es el platillo fuerte de las sectas. Toman un texto, completamente aislado de su contexto, y le atribuyen el sentido que quieren para justificar sus teorías.
Los Testigos de Jehová llegaron a tener una edición propia de la Biblia, cambiando completamente algunos textos y adaptándolos a sus fines. Por ejemplo, en lugar de traducir: “Y la Palabra era Dios” (Jn 1, 1), tradujeron “Y la Palabra era un dios”. En lugar de traducir “Esto es mi cuerpo” (Lc 22, 19), tradujeron “Esto significa mi cuerpo”. En lugar de traducir “Y sus discípulos lo adoraron” (Lc 24, 52), tradujeron “Y los discípulos le rindieron homenaje”. Y así adelante. Cuando lo consideran necesario, tergiversan el sentido de la Biblia con toda tranquilidad, sin escrúpulo alguno.

10. Cambian el Evangelio
“Me extraña que tan pronto hayan abandonado a Dios que, según la gracia de Cristo, los llamó para seguir otro Evangelio. No es que haya otro, sino que ciertas personas han sembrado la confusión entre ustedes y quieren dar la vuelta al Evangelio de Cristo. “Pero, aunque viniéramos nosotros o viniera algún ángel del cielo para anunciarles el Evangelio de otra manera que lo hemos anunciad, ¡sea maldito! Ya se lo dijimos antes, pero ahora lo repito: si alguien viene con un evangelio que no es lo que ustedes han recibido, ¡sea maldito!” (Gál 1,6-10).
Mira nada más qué manera tan clara de hablar: “Sea maldito el que llega a ustedes con un evangelio diferente del que recibieron”. Y qué grande similitud con el tono enérgico y decidido de Cristo: “Raza de víboras” (Mt 23,33) y “Sepulcros blanqueados” (Mt 23,27).
Y nosotros hoy, por querer ser populares y buscar la paz a toda costa (irenismo), hemos perdido el sentido del “celo” y la “cólera” divina, frente a tanta confusión, que lanzó a muchos hermanos fuera del camino. A brazos, besos, encuentros… ¿Y el amor por la verdad y la autenticidad por el Evangelio? ¿Y el celo por la salvación de las almas? Es hora de despertar. Llegó el momento de llamar cada cosa por su nombre. Pan al pan y vino al vino.