viernes, 25 de octubre de 2024

⚜ EL SIGNIFICADO DE LA MISA EN LATÍN ...: (Uriel Velazquez)



En la Misa tradicional en latín, cada palabra y acción del sacerdote tiene su significado. No hay una sola palabra o frase, ningún acto del celebrante y ningún adorno del altar que carezca de significado. De hecho, la Misa tradicional recapitula perfectamente toda la historia de la Redención.
Cuando, por ejemplo, hace 33 señales de la cruz, es para conmemorar el número de años de la vida de Nuestro Señor en la tierra. Cuando el sacerdote extiende sus manos sobre el cáliz mientras recita el 'Hanc Igitur', está recapitulando la acción del Sumo Sacerdote de los judíos, que puso sus manos sobre el macho cabrío del sacrificio para transferirle los pecados del pueblo. El macho cabrío que prefiguraba a Cristo estaba adornado con una cinta roja, como Cristo fue cubierto burlonamente con una capa roja en su juicio.
Cuando el sacerdote se orienta hacia el altar durante el Sacrificio, es porque esa es la dirección del Sol Naciente, que como “Luz del Mundo”, es un símbolo de Nuestro Señor, que es la verdadera “Luz del Mundo”.
El altar, como sabemos por el rito católico tradicional de consagración del altar, se relaciona con el altar de Moisés y con el de Jacob (la almohada de Jacob).
El altar eterno es en sí mismo el cuerpo de Cristo que está colocado en el axis mundi (en el centro del mundo), de modo que toda la creación es, por así decirlo, periférica a la Misa “eterna” y, por lo tanto, es capaz de integrarse a través de la acción divina.
Las 6 Velas utilizadas en la Misa Mayor representan la integración de la Menorah judía, o el Candelero de Siete Brazos, en el Sacrificio de Cristo donde Nuestro Señor está y reemplaza,
la Vela central o Séptima.
Cuando el sacerdote se viste a la manera real, es porque representa a Cristo Rey.
El sacerdote, entonces, ya no es un individuo. Él es un alter Christus, otro Cristo.
Ninguno de estos actos es invención de los hombres.
Es a los Apóstoles a quienes se remontan estas ceremonias”.
Y aunque a veces se añadían ciertas oraciones a la Misa Tradicional, es bien sabido que su núcleo central o “canon” permaneció fijo e inalterado desde los primeros tiempos.
De hecho, la investigación histórica, tanto católica como protestante, ha demostrado que la Misa Tradicional se remonta al menos al siglo IV.
(Antes de esa época, la Iglesia estaba sujeta a una severa persecución y, por lo tanto, los registros históricos son escasos).

Así, como bien afirma el Concilio de Trento, el Canon “está compuesto por las mismas palabras del Señor, la tradición de los Apóstoles y las piadosas instituciones de los santos pontífices”.
Ésta es, pues, la misa tradicional.
Esta es “La Misa de todos los tiempos”
“Lo más bello de este lado del cielo”.
Ésta es la Misa que fue “promulgada”
(o “codificada”) por el Papa San Pío V en 1570 después del Concilio de Trento. Ésta es la Misa que está protegida por su Bula Apostólica Quo Primum de esa misma fecha.

jueves, 17 de octubre de 2024

17 DE OCTUBRE 1945 "EL DÍA MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA"... JUAN PERÓN.


”El 16 de octubre se reunió la Comisión Confederal de la CGT. Era un martes. Dispuso una huelga general para el día jueves 18.
Pero de esto, la mayoría de los trabajadores ni se enteró. No estaban para esperar un día más. Movidos al unísono, por un maravilloso y poderoso vínculo, se lanzaron a la calle en las primeras horas del día 17, arrasando todo cuanto se ponía a su paso. Piquetes de obreros se apostaron espontáneamente en las entradas de las fábricas y talleres. Invitaban a sus compañeros a no entrar y, en cambio, dirigirse a la Plaza de Mayo. Nada ni nadie lo había dispuesto así de antemano. Fue el resultado puro de la improvisación.
La “huelga espontánea” corrió como un reguero de pólvora. De una fábrica pasaba a otra y de allí a un taller. A veces, los obreros desde la calle vociferaban en las puertas, hasta que salían los pocos que, por confusión, habían entrado a trabajar.
Yo, por mi parte, ese mismo día había sido trasladado al Hospital Militar Central debido a una bronquitis.
Allí tuve la alegría de comunicarme por teléfono con Evita, que me infundió ánimo y me instó a tener fe.
Mientras tanto, miles y miles de hombres y mujeres cruzaban la avenida General Paz, desde las zonas industriales: Matanza, San Martín, Vicente López, etc.
Caminando, en su enorme mayoría, algunos en camiones, otros en vehículos de las propias empresas que habían decomisado.
Además de muchos tranvías que fueron tomados y conducidos a la Plaza por sus propios guardas.
No había jefes ni soldados, todos eran “compañeros”.
Llegó la orden de levantar el puente de Avellaneda. Tarde, ya lo habían pasado el grueso de los trabajadores de la zona sud. Pero igual, desde Gerli, Banfield, Quilmes y Lanús, en botes o en lanchas, y luego a pie, marchaban a la Casa de Gobierno, el “ejército de los trabajadores”.
Sin armas. Uniformados únicamente por sus ropas de trabajo y por sus manos callosas de obreros. Muchos con las herramientas de trabajo en los bolsillos de sus mamelucos. Otros con el almuerzo del mediodía en un paquete de bolsillo.Todos. Eso sí, todos con la irrenunciable decisión de no regresar a sus hogares sin obtener mi libertad. En las ciudades del interior ocurría otro tanto.
Al mediodía, la Plaza de Mayo estaba repleta. Al caer la tarde, ya no cabía un alfiler. Era el basamento social del país que afloraba.
Era el país subyacente que la orgullosa gente de la ” clase dirigente” no conocía. Era el pueblo argentino, fuente de toda soberanía, mando y poder legítimo, sin cuya aprobación nada es válido.
Yo, por mi parte, seguía preso en el Hospital Militar. Mercante, que había sido llamado desesperado por Ávalos, vino a verme y me informó de todo. Lo habían llamado a Casa de Gobierno, pero en el camino consiguió escabullírse por unos minutos. Estaba eufórico.
Su fe era contagiosa y nos llenó a todos de la seguridad en el triunfo.
Otras informaciones nos llegaron informándonos de que el paro en el gran Buenos Aires era total.
Al caer la tarde, Farrell me llamó por teléfono proponiéndome una negociación. Nosotros, que ya estábamos al tanto de todo, decidimos que lo mejor era esperar para tener todos los triunfos en la mano. Mercante ya estaba de regreso de la Casa de
Gobierno y decidió quedarse con nosotros.
Estábamos deliberando cuando se presentó el general Pistarini. Venía de parte del Presidente. Me transmitió, en su nombre, que yo había ganado la partida. Sólo me pidió que fuese considerado con el general Ávalos. Muy bien, yo le garanticé su persona, con la única condición de que desapareciese del panorama de inmediato. Así fue.
Se convino una reunión con Farrell en la residencia presidencial y allí fuimos. Conversamos amigablemente y al cabo de un rato terminó por poner todo en mis manos y decirme que, en adelante, yo decidiera.
Así fue que nos trasladamos todos a la Casa de Gobierno, cuando ya estaba entrada la noche.
Bueno, allí me encontré con un espectáculo grandioso. La Plaza entera vociferaba y pedía mi libertad. Cuando se anunció que iba a hablarles, la ovación duró varios minutos.
Me presenté en el balcón y saludé. Tuve que esperar un largo rato antes de que me permitiesen hablar.
Los tranquilicé y les prometí que en adelante estaría junto a ellos para siempre. Les pedí confianza, trabajo y unión.
Que se cumpliera con el paro dispuesto para el día siguiente, pero en el mayor de los órdenes y festejando el triunfo de todos. Les dejé mi corazón y me despedí de ellos.
Ellos se despidieron de mí, dejando en mi visión el espectáculo más maravilloso a que pueda aspirar un hombre que ha consagrado su vida a la Patria: el amor del pueblo. Después de unos minutos nos retiramos. Me despedí de Farrell y me fui a buscar a mi compañera Eva me esperaba para retirarnos unos días a descansar.
Había terminado el 17 de Octubre. El día más importante de mi vida.
El día en que quedó sellada definitivamente nuestra unión con el pueblo. Una unión que no se quebraría jamás.”
Juan Domingo Perón
en “Así hablaba Perón” de Eugenio Rom.

viernes, 4 de octubre de 2024

TE LO PEDIMOS SEÑOR...

Roguemos por los vivos y por los fieles difuntos


Bendecid, OH SEÑOR, a mis padres, familiares, amigos y enemigos; proteged a todos lo que me habéis dado por Superiores, tanto espirituales como temporales. Socorred a los pobres, a los afligidos, a los presos, a los viajeros, a los enfermos, a los agonizantes y a los que van a morir sin agonía. Convertir a los herejes y cismáticos, iluminad a los infieles, venced la contumacia y perfidia de los judíos.
Dios de bondad y misericordia, tened piedad de las almas de los fieles que están en el Purgatorio, especialmente de aquellas por las que estoy más obligado a rogar. Dadles el reposo y luz eterna. Amén.