Por: Moneda Natural
En contraste con las políticas económicas liberales aplicadas por los sucesivos gobiernos después de 1955, algunos de los cuales se auto proclamaron gobiernos peronistas, es importante recordar lo que hizo el fundador del movimiento, el gral. Perón.
En el año 1947, para Perón la nacionalización del Banco Central había sido, sin lugar a dudas, la medida financiera más trascendental de esos últimos cincuenta años, porque para él el Banco Central era hasta ese momento un organismo al servicio absoluto de los intereses de la banca particular e internacional que en nombre de teorías extranjeras desoía los justos reclamos en favor de una mayor industrialización, que era la base de la independencia del país.
Perón tuvo éxito al transformar las finanzas en un instrumento al servicio de la economía nacional y la economía al servicio del bienestar de los argentinos, y a este proceso lo llamo justicialismo.
Para transformar el sistema financiero tuvo que nacionalizar el Banco Central, que es la llave de la economía y el instrumento más poderoso de transformación económica.
Solo fue un breve tiempo lo que duró la soberanía financiera en nuestra patria, desde 1946 hasta 1955 y desde entonces hasta el presente el BCRA volvió a convertirse en una institución inservible, inútil y que responde a intereses contrarios al bienestar de los argentinos que trabajan.
Esta reforma bancaria, se implementó según el decreto ley 8.503 el 5 de abril de 1946 - atribuyéndole al Banco Central el carácter de entidad autárquica nacional.
Se transforma, de esta manera, de banco mixto en estatal.
Todos los miembros del directorio eran nombrados por el Poder Ejecutivo, haciendo evidente la subordinación de la política crediticia a la estrategia general del gobierno.
En la composición del directorio estaban representados el Banco Nación, el Banco Hipotecario Nacional, la Caja Nacional de Ahorro Postal, el Banco de Crédito Industrial, los Ministerios de Hacienda, Agricultura y Obras Públicas y las Secretarías de Industria y Comercio y de Trabajo y Previsión.
Se adoptaron una serie de disposiciones enmarcadas en el decreto ley 11.554, que legislaba sobre redescuentos y depósitos bancarios.
Se estableció además la garantía del Estado sobre todos los depósitos efectuados, tanto en bancos oficiales como privados y un sistema con encajes de 100%, respecto a los depósitos que hacía imposible alterar el total de medios de pago, al contrario de lo que ocurría con el sistema ortodoxo basado con reservas fraccionarias.
Con la nacionalización, el Banco Central se convirtió en un instrumento pleno de la acción del gobierno, orientada a canalizar los préstamos hacia la industria y la minería, las actividades agrarias y comerciales, la construcción de viviendas y el consumo doméstico mediante los bancos especializados.
El Estado tomaba bajo su control directo la creación de todo el dinero no sólo la de los billetes.
La cantidad de dinero ya no estaría vinculada a las reservas internacionales ni tampoco a los depósitos del público, sino que se emitía de acuerdo a las necesidades reales del momento.
Lo importante eran las autorizaciones que el Banco Central otorgaba a las instituciones financieras para que éstas inyectaran dinero en la economía, mediante la concesión de préstamos, convirtiéndose en meras intermediarias que trabajaban a comisión.
No tenían los bancos comerciales la capacidad de decidir a quién beneficiar con los créditos ni qué tasas cobrar, eran facultades exclusivas del Banco Central que reflejaban las prioridades oficiales.
El objetivo perseguido fue dividir el papel de intermediación del sistema bancario como proveedor de recursos, bajo 2 esquemas: de banca transaccional y el de banca de inversión, es decir, se eliminó el concepto de banca universal.
La propuesta separaba la banca tradicional en dos unidades: el banco de depósitos o “almacén monetario” y el banco de inversión.
En el primero, se recibían depósitos en cuenta corriente, integrando un encaje de 100%, no otorgaba préstamos, sólo prestaba un servicio de liquidez cobrando un arancel por este servicio; un aumento de los depósitos no le proporcionaría fondos adicionales para prestar.
El segundo recibía ahorros y entregaba bonos a cambio, cuyo valor se encontraba atado a las inversiones del banco en fondos comunes, empresas y proyectos de inversión; no emitía obligaciones de renta fija ni otorgaba préstamos convencionales.
La oferta monetaria era, en este caso, igual a la suma del circulante emitido por el gobierno y el saldo de las cuentas corrientes creadas por los “almacenes monetarios”.
El objetivo era aislar a la oferta monetaria del comportamiento del público y esto era posible ya que, una vez abolido el encaje Fraccionario, el multiplicador de la base monetaria quedaría fijo en la unidad.
A partir del ’46 todo el dinero y no solamente los billetes, resultaba emitido por el Banco Central.
El Gobierno Peronista, al determinar un Encaje bancario del 100%, y abonándole a los bancos una comisión por la recepción de los depósitos, le ponía fin a una etapa en la que se otorgaban créditos blandos a los monopolios de capital extranjero, que se llevaban las ganancias al exterior.
De esta manera desde el BCRA se orientaba el crédito a tasas preferenciales hacia los sectores de la producción, del comercio internacional, las obras de infraestructura, etc., con un único interés: el bien común.
Con el manejo soberano del ahorro nacional se formó y fomentó un capital productivo netamente argentino.
La industria de sustitución de importaciones iniciada tímidamente en época de H. Yrigoyen logró convertirse en un sólido sistema productivo de capitales nacionales amparado por las políticas del Estado.
Otra medida trascendente fue el Tipo de cambio múltiple.
Esta medida tendía a incentivar o reducir transacciones internacionales de sectores y/o productos de acuerdo a las necesidades de la economía nacional.
Se estableció un tipo de cambio según la aplicación que se le vaya a dar a los fondos: si con ellos se compraban bienes suntuarios o aquellos que tienen equivalentes producidos en el país o si se destinaran al giro de utilidades de empresas extranjeras a sus casas matrices y demás remesas al exterior, el tipo de cambio seria alto; si por el contrario se destinaba a compra de materias primas, insumos o productos que no se producen en el país el tipo de cambio es bajo.
Por otra parte se eliminaba la especulación cambiaria.
Siempre es importante recordar, traer del pasado lo que hizo el creador del movimiento para desenmascarar a los falsos profetas que usan un título mentiroso y se autoproclaman peronistas.
Sin embargo, en mi opinión hubo un error, una medida faltante en los cambios que hizo Perón.
El Tesoro nacional no emitió moneda soberana, desgraciadamente lo mismo que hoy en día el Tesoro le pedía prestado al Banco Central dinero en efectivo a interés.
Y ese fue un error trascendente, costoso, dado que el interés siempre produce Inflación debido al simple hecho que si se le exige al deudor (empresa o particular) que devuelva algo que no existe en la economía, entonces la empresa deudora se ve obligada a aumentar los precios de sus productos para compensar ese faltante.
El sistema dominante basado en el interés usurero es intrinsecamente inflacionario y mientras la gente no tome conciencia de esta enfermedad depravada, la inflación y los bancos siempre van a apoderarse de la riqueza generada por el trabajo.