lunes, 3 de agosto de 2020

LA VERDAD SOBRE EL DR. FAVALORO PARA QUE ASÍ LOS "BUENOS" PENSANTES Y "CATÓLICOS" INADVERTIDOS SE DEJEN DE VENERAR A IDOLOS DE BARRO...

Destaco lo que hizo el Dr. Favaloro en el campo de la ciencia, pero en el plano moral no es para destacarlo, desde el momento mismo que tomó la decisión de suicidarse y no haber denunciado con todas sus fuerzas la corrupción de este sistema perverso, esa denuncia no me refiero que haya sido ante la justicia, no, no, aunque también la podría haber hecho conociendo de antemano cual iba a ser el resultado. Por otra parte fue una persona que apoyó el aborto y eso también empaña su conducta moral. Estas fueron sus palabras:Aborto, 
por René Favaloro
"Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar verguenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en Sanatorios hacen fortunas sacándoles la verguenza del vientre a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin de la familia, y sólo fue el fin de la verguenza de los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá mas ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar".
René Favaloro (1998)

lunes, 27 de julio de 2020

ISABEL LA CATÓLICA REINA DE ESPAÑA, ES MODELO DE HEROICAS VIRTUDES, DE MUJER Y DE POLÍTICA VERDADERA

La permanente actividad de la Reina Isabel, sus continuos viajes a caballo a través del reino, la falta de reposo para recuperarse de sus dolencias físicas y espirituales y los muchos disgustos familiares, habían llevado a Isabel a una situación de postración, afectando a su corazón de modo importante, de tal modo que precisaba unas largas vacaciones para recuperarse de sus múltiples dolencias, pero la Reina consciente de sus obligaciones en la gobernación del reino, pensaba que sus deberes estaban muy por encima de su salud corporal y espiritual.

Ordena las honras fúnebres sean sencillas, sin colgaduras ni demasiadas velas, y que lo que había de gastarse en esos lujos funerarios se aplique en ayudar a los pobres. Pide también que se paguen todas sus deudas, y del resto que se apliquen un millón de maravedíes para dotar a jóvenes pobres en su matrimonio, y otro millón para los que deseen consagrarse a la vida religiosa. También dispone otras cantidades para rescatar cautivos.
Ordena que se la entierre en el convento de San Francisco de Granada, ciudad recuperada para la cristiandad gracias ella, y a la que tiene particular cariño. Vestida con hábito franciscano, que se haga sepultura a ras de tierra, cubierta sólo con una losa sencilla, sin ningún tipo de mausoleo. Añade con su natural respeto y a mor a su esposo: Pero quiero e mando, que si el Rey mi Señor eligiese sepultura en otra cualquiera iglesia o monasterio de cualquiera otra parte o lugar destos mis reinos, que mi cuerpo de su señoría, porque el ayuntamiento que tuvimos viviendo, e que nuestras ánimas espero en la misericordia de Dios, tendrán en el Cielo, lo tenga e representen nuestros cuerpos en el suelo.

lunes, 13 de julio de 2020

EL SACRIFICIO DE LA MISA CONSIDERADO EN SÍ MISMO, TIENE UN VALOR INFINITO... Por: R. Garrigou-Lagrange O.P.



Jesucristo, Salvador nuestro, es el Sacerdote principal del sacrificio de la Misa. La oblación interior, que fue el alma del sacrificio de la Cruz, perdura siempre en el Corazón de Cristo que quiere nuestra salvación. Él mismo ofrece todas las Misas que se celebran cada día. ¿Cuál es el valor de cada una de esas Misas? Es importante tener una idea justa, para unirse cada día al santo Sacrificio y recibir más abundantes frutos.
En la Iglesia se enseña comúnmente que el sacrificio de la Misa considerado en sí mismo tiene un valor infinito, pero que el efecto que produce en nosotros es siempre finito, por elevado que sea, y proporcional a nuestras disposiciones interiores. Estos son los dos puntos de doctrina que conviene explicar.
La razón estriba en que, en sustancia, el sacrificio de la Misa es el mismo que el de la Cruz, el cual tiene un valor infinito a causa de la dignidad de la Víctima ofrecida y del Sacerdote que la ha ofrecido, pues es el Verbo hecho hombre quien, en la Cruz, era al mismo tiempo Sacerdote y Víctima. Es Él quien permanece en la Misa como Sacerdote principal y Víctima realmente presente, realmente ofrecida sacramentalmente inmolada. Mientras que los efectos de la Misa inmediatamente relativos a Dios, como la adoración reparadora y la acción de gracias, se producen siempre infaliblemente en su plenitud infinita, incluso sin nuestro concurso, sus efectos relativos a nosotros sólo se extienden en la medida de nuestras disposiciones interiores.
En cada Misa se ofrecen infaliblemente a Dios una adoración, una reparación y una acción de gracias de valor sin límites, y ello en razón de la Víctima ofrecida y del Sacerdote principal, independientemente de las oraciones de la Iglesia universal y del fervor del celebrante.
Es imposible adorar a Dios, reconocer mejor su soberano dominio sobre todas las cosas, sobre todas las almas, que por la inmolación sacramental del Salvador muerto por nosotros en la Cruz. Tal adoración la expresa el Gloria: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos. Esta adoración la expresa de nuevo el Sanctus y aún más la doble Consagración. Es la más perfecta realización del precepto: Adorarás al Señor tu Dios y al Él sólo servirás. Sólo la infinita grandeza de Dios merece el culto de latría. En la Misa se le ofrece una adoración en espíritu y en verdad de valor sin medida.
En el momento de la Consagración, en la paz del santuario, hay algo así como un gran impulso de adoración que sube hacia Dios. Su preludio es el Gloria y el Sanctus, cuya belleza queda subrayada algunos días por el canto gregoriano, el más excelso, el más simple y el más puro de todos los cantos religiosos; pero cuando llega el momento de la doble Consagración, todos se callan: el silencio expresa a su manera lo que el canto ya no puede decir. Que el silencio de la Consagración sea nuestro reposo y nuestra fortaleza.
Esa adoración, que sube hacia Dios en todas las Misas cotidianas, recae, de alguna manera, como fecundo rocío, sobre nuestra pobre tierra para fertilizarla espiritualmente.
Igualmente, es imposible ofrecer a Dios una reparación más perfecta por las faltas que se cometen diariamente, como dice el Concilio de Trento. No se trata de una nueva reparación, distinta de la de la Cruz: Cristo no muere ni sufre más, pero, según el mismo Concilio, el Sacrificio del altar, siendo substancialmente el mismo que el del Calvario, agrada a Dios más que lo que le desagradan todos los pecados juntos. El imprescriptible derecho de Dios, Soberano Bien, a ser amado por encima de todo no se podría reconocer mejor por la oblación [ofrecimiento] del Cordero [Jesucristo] que quita los pecados del mundo.(Dz 940 y 950, S. Tomás, de Aquino, Suma Teológica III, 48 2).
A menudo nos olvidamos de agradecer a Dios sus gracias, como los leprosos curados por Jesús; de diez, sólo uno se lo agradeció. Conviene ofrecer con frecuencia Misas de acción de gracias. Por cada Misa celebrada, por la oblación y la inmolación sacramental del Salvador en el altar, Dios obtiene infaliblemente una adoración infinita, una reparación y una acción de gracias sin límite.
No olvidemos que el más alto fin del Santo Sacrificio es la Gloria de Dios. Sin embargo hay otros efectos que son relativos a nosotros. La Misa puede obtenernos todas las gracias necesarias para la salvación. Cristo, que siempre está vivo, no deja de interceder por nosotros, (Hebreos 7,25).

¿Cuáles son los efectos que la Misa puede producir en nosotros?
Aunque el sacrificio de la Misa tenga en sí un valor infinito, en razón de la dignidad de la Víctima ofrecida y del Sacerdote principal, los efectos que produce en nosotros son siempre finitos a causa de los límites mismos de la criatura y de los límites mismos de nuestra disposición interior.
Gran número de teólogos, inspirándose en los textos de Santo Tomás, dicen: El efecto de cada Misa no está limitado por la voluntad de Cristo, sino tan sólo por la devoción de aquellos por los que se ofrece. Una sola Misa ofrecida por cien personas, puede serle provechosa a cada una, del mismo modo que si hubiese sido dicha sólo por una. La razón estriba en que la influencia de una causa universal sólo está limitada por la capacidad de los sujetos que la reciben. Así, el sol ilumina y calienta en un solo lugar tanto a mil personas como a una sola. La influencia de la Santa Misa en nosotros no está pues, limitada más que por la disposición y el fervor de quienes las reciben.
El sacrificio de la Misa, que perpetúa en sustancia el de la Cruz, es de un valor infinito para aplicarnos los méritos y las satisfacciones de la Pasión del Salvador.
Es esto lo que explica la práctica de la Iglesia, que ofrece Misas por la salvación del mundo entero, por todos los fieles vivos y difuntos, por el Soberano Pontífice, los jefes de Estado, los obispos, sin limitar sus intenciones. Actuando así, la Iglesia no piensa en modo alguno que la Misa sea menos provechosa para aquél por quien se aplica especialmente.
En la Misa Cristo sigue ofreciéndose por acto teándrico [acto divino-humano], de valor infinito para aplicarnos los frutos de su Pasión. El límite no proviene de Él, sino sólo de nosotros, de nuestras disposiciones y de nuestro fervor. Como dice Santo Tomás de Aquino, igual que uno recibe más el calor de un hogar si se aproxima a él, así nosotros nos beneficiamos tanto más de los frutos de una Misa a la que asistimos con más espíritu de fe, de confianza en Dios, de amor y de piedad.

La Misa facilita nuestra conversión
En tanto que nos obtiene la gracia del arrepentimiento, nos facilita el perdón de los pecados; no se dicen en vano estas palabras antes de la Comunión: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros. ¡Cuántos pecadores, asistiendo a Misa, han encontrado allí la gracia del arrepentimiento y la inspiración de hacer una buena confesión de toda su vida!
Por razón de que la Misa facilita el arrepentimiento, se sigue que puede ser ofrecida por pecadores incluso endurecidos e impenitentes a los que no se podría dar la Comunión. El santo Sacrificio puede obtenerles suficientes gracias de luz y de conversión. Incluso puede ser ofrecido, como el de la Cruz, por todos los hombres vivos, incluso por los infieles, los cismáticos, los herejes, siempre y cuando no se ofrezca por ellos como si fuesen miembros de la Iglesia. Con esta idea, el Padre Charles de Foucauld, eremita del Sahara [África], celebraba a menudo la Misa por los musulmanes a fin de preparar sus almas para recibir más tarde la predicación del Evangelio

La Misa neutraliza al demonio
El espíritu del mal nada teme tanto como una Misa, sobre todo cuando es celebrada con gran fervor y cuando muchos se unen a ella con espíritu de fe. Cuando el enemigo del bien choca con un obstáculo insuperable, es que en una iglesia, un sacerdote consciente de su propia debilidad y de su pobreza, ha ofrecido la omnipotente Hostia y la Sangre redentora. Hay que recordar el caso de santos que, asistiendo a Misa, en el momento de la elevación del cáliz, han visto desbordarse la preciosa Sangre y deslizarse por los brazos del sacerdote, y los ángeles venir a recogerla en copas de oro para llevarla a aquellos que tienen mayor necesidad de participar en el misterio de la Redención.

La Misa disminuye nuestro purgatorio
El sacrificio de la Misa no sólo perdona nuestros pecados, sino la pena debida a nuestros pecados perdonados, ya se trate de vivos o muertos por quienes se ofrece el sacrificio. Este efecto es infalible; sin embargo, la pena no siempre es perdonada en su totalidad, sino según la disposición de la Providencia y el grado de nuestro fervor. Así se verifican las palabras: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, danos la paz.
De aquí no se sigue que los difuntos que han dejado mucho dinero para que se digan numerosas Misas por su intención, sean librados más rápidamente del purgatorio que los pobres que no han podido dejar nada o casi nada; pues esos pobres, teniendo quizá menos deudas con la Justicia divina, puede ser que hayan sido mejores cristianos y participen más del fruto de las Misas dichas por todos los difuntos y del fruto general de cada Misa.
Finalmente, el sacrificio de la Misa nos obtiene los bienes espirituales y temporales necesarios o útiles para nuestra salvación. Así, conviene, como lo recomendó el Papa Benedicto XV, celebrar Misas para obtener la gracia de una buena muerte, que es la gracia de las gracias, de la que depende nuestra salvación eterna.
Conviene que al asistir a Misa, nos unamos, con gran espíritu de fe, de confianza y de amor, al acto interior de oblación que perdura siempre en el Corazón de Cristo. Mientras más nos unamos así a Nuestro Señor en el momento de la Consagración, la esencia del sacrificio de la Misa, mejor será nuestra Comunión, que es una perfecta participación en ese sacrificio.
Ofrezcamos igualmente las contrariedades cotidianas; será la mejor manera de llevar nuestra cruz, tal como el Señor lo ha pedido.
¡Quiera Dios que tengamos el pensamiento y la fortaleza de renovar esta oblación en el momento de nuestra muerte, de unirnos entonces, por medio de un gran amor, a las Misas que se celebrarán, al sacrificio de Cristo perpetuado en el altar! ¡Podríamos hacer así, del sacrificio de nuestra vida, una oblación de adoración reparadora, de súplica y de acción de gracias, que sea verdaderamente el preludio de la vida eterna!
Los fieles que poco a poco, dejan de asistir a Misa pierden progresivamente el sentido cristiano, el sentido de las cosas superiores y de la eternidad. Hay que encomendar las parroquias y las comunidades donde no se celebra Misa sino de tarde en tarde a aquellos santos del cielo que recibieron el carácter sacerdotal, en particular al alma del Santo Cura de Ars, para que desde arriba, vele sobre los rebaños sin pastor, para que interceda y obtenga a los agonizantes que no son asistidos la gracia de la buena muerte. Hay que pensar en ello a menudo al asistir al santo Sacrificio, y puesto que cada Misa tiene un valor infinito, hay que pedir que ésa a la que asistimos resplandezca allí donde ya no se celebra, donde poco a poco se pierde la costumbre de asistir a ella. Pidamos a Nuestro Señor que haga germinar vocaciones sacerdotales en esos medios; pidámosle sacerdotes, santos sacerdotes, cada día más conscientes de la grandeza del sacerdocio de Cristo, para que sean sus celosos ministros que solo vivan para la salvación de las almas. En los periodos turbulentos la Providencia envía innumerables santos; por eso es necesario pedir al Señor que envíe al mundo santos que tengan la fe y la confianza de los Apóstoles.

"El Salvador y su amor por nosotros" - R. Garrigou-Lagrange O.P., (Colección Patmos, ed. Rialp, Cap. XIV).

jueves, 23 de abril de 2020

EL PAPA PÍO XII NOS AVISA QUIEN Y DÓNDE SE ENCUENTRA EL ENEMIGO



«No os preguntéis quién es el enemigo ni cómo viste. Se encuentra en todas partes, en medio de todos; sabe ser violento y ser astuto. En los últimos siglos ha intentado causar la disgregación intelectual, moral y social del misterioso Cuerpo de Cristo. Quiere la naturaleza sin la gracia; la razón sin la fe; la libertad sin la autoridad; y a veces la autoridad sin la libertad. Es un enemigo cada vez más concreto, con una falta de escrúpulos que no deja de sorprender: Cristo sí, Iglesia no. Más tarde: Dios sí, Cristo no. Y por último el impío clamor: Dios ha muerto. Peor aún: Dios nunca ha existido. He ahí el intento de edificar la estructura del mundo sobre cimientos que nos logramos identificar como principales responsables del peligro que se cierne sobre la humanidad: una economía que prescinde de Dios, un derecho que prescinde de Dios, una política que no tiene en cuenta a Dios».

Pío XII, discurso a los varones de Acción Católica del 12 de octubre de
1952

martes, 24 de marzo de 2020

MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA! A 44 años del GOLPE SINÁRQUICO que derrocó a la primera Presidente Mujer, Doña María Estela Martínez de Perón.



Por: Paulo Souto
Hoy 24 de marzo debe tomarse cómo un día de luto.
No es el día de la memoria , ni la verdad ni la justicia.
Por que la verdad si no es completa es una mentira, la justicia si no es equitativa es una injusticia y la memoria si se la dibuja es una caricatura.
Un 24 de marzo de 1976 la Argentina cae nuevamente ante la sinarquia, es el día que como dijera la entonces presidente María Estela Martínez de Perón , voltearon las chimeneas que levanto el Gral. Perón.
Pero para que la historia sea completa hay que decir que a Perón los primeros que lo golpearon fueron " los jóvenes idealistas " , esos que tildaban de traidor a Vandor por querer un peronismo sin Perón pero ellos hicieron lo mismo con la diferencia que aquí estaba el General.
Estos le cortaron las dos piernas, como lo dijera el mismo, luego del asesinato de Rucci.
Secuestraban empresarios , ponían bombas, asesinaban niños, asaltaban cuarteles y hasta incluso hicieron una guerra de guerrillas en Tucumán donde fueron aniquilados.
Entonces gracias a estos
" peronistas " el ejercito comandado por la CIA destruye al último gobierno nacionalista , este ejercito traicionando a los mandatos del Gral San Martin , creador del mismo , se pone al servicio del enemigo entregando la tan ansiada soberanía que defendiera y obtuviera nuestro Brigadier general Don Juan Manuel de Rosas.
Es por eso que desde este espacio decimos y gritamos :
NI YANKIS NI MARXISTAS!!!

lunes, 24 de febrero de 2020

24 DE FEBREO DE 1946: EL PRIMER TRIUNFO PERONISTA




“Efectivamente llegaron las elecciones, y al principio de las elecciones en todo lo que era La Rioja o Catamarca, por ahí, perdimos nosotros… Entonces ya todos los de la Unión Democrática se largaron y dijeron que eran las elecciones más libres que se habían producido en el país porque creían que las ganaban, entonces ya se largaron en elogios de las elecciones. Pero cuando empezó a llegar Santa Fe, Rosario, empezaron a perder, Córdoba, ¡y bueno ya ahí claro perdieron las elecciones! Ya no podían decir que eran malas…”. Esta anécdota sobre las elecciones del 24 de febrero de 1946, contada por el General Perón desde su exilio en Puerta de Hierro, es sin dudas una radiografía de lo que había ocurrido en la Argentina durante la década anterior, caracterizada como “Infame” por la historiografía argentina: tras la caída de Hipólito Yrigoyen en septiembre de 1930, una serie de gobiernos militares y el denominado “fraude patriótico” de las elecciones de 1937 habían minado la credibilidad electoral, por lo que la desconfianza social ante los nuevos comicios era inevitable.
La contienda era clara: por un lado la fórmula Juan Domingo Perón – Hortensio Quijano en un Frente cuyos principales integrantes eran el Partido Laborista, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente. Por el otro, la fórmula de la Unión Democrática José Tamborini – Enrique Mosca (ambos de la UCR sector antipersonalista) no representaba la diversidad que integraba la fórmula a la que enfrentaría el ex Secretario de Trabajo y Previsión: el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista, y los conservadores del Partido Demócrata Nacional eran parte de esta alianza que, en conjunto con la Unión Cívica Radical, representaban el espanto ante la ascendente figura de Perón. Su armador principal había sido el ex embajador estadounidense en Argentina hasta julio de 1945 y luego Subsecretario de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, Spruille Braden. Hechos como la organización y asistencia a la “Marcha de la Constitución y la Libertad” en septiembre de 1945, que impulsó la rebelión de sectores de las fuerzas armadas que derivaría en la salida de Perón del Gobierno y su posterior detención en la Isla Martín García; o la edición del “Libro Azul” (Blue Book on Argentina) doce días antes de las elecciones presidenciales buscando vincular a Perón con el nazismo y los países del Eje (Alemania-Japón-Italia) derrotados en la II Guerra Mundial, son sólo algunas de las acciones que emprendió el funcionario norteamericano, tanto estando en nuestras tierras, como ocupando un cargo en el Departamento de Estado.
La campaña electoral tuvo la particularidad de otorgarle protagonismo al sistema ferroviario: mientras que El General y Evita realizaban buena parte de la campaña en un tren impulsado por la locomotora apodada “La Descamisada”, los candidatos de la Unión Democrática lo hacían en el denominado “Tren de la Libertad”. Durante estas travesías el tren justicialista sufre dos principales atentados. El primero se produce en enero de 1946 cuando, tras actos de campaña en la región de cuyo, un obrero ferroviario descubre explosivos instalados en las vías por la zona cordobesa de Río Cuarto debiéndose detener el tren hasta normalizar las condiciones del trayecto. 
El segundo incidente tiene lugar a principios de febrero del mismo año, cuando retornando de actos en Rosario el tren que trasladaba a Perón y a la “Abanderada de los Humildes” sufre un corte en un eje de un vagón producto de un sabotaje, afortunadamente sin mayores perjuicios para los pasajeros. Es para destacar también que el entonces candidato del laborismo también utilizó junto a Evita una embarcación llamada “París” (y luego rebautizada Justicia Social) con la que recorrieron el Litoral Argentino realizando actos en las ciudades de Goya, Paraná, Corrientes, Rosario y Resistencia, entre otras.


Tras casi dos meses de campaña, finalmente el 24 de febrero se realizan los comicios electorales. En un marco fuertemente controlado por el Ejército, la fórmula Perón-Quijano obtiene el 52,84% de los votos (1.487.866) contra el 42,87% que cosecha la Unión Democrática (1.207.080). El Colegio Electoral (que rigió como sistema electoral en nuestro país hasta 1994) quedó configurado en 304 electores para la fórmula triunfante y 72 electores para la UD. Cabe destacar la alta participación electoral, con un 83,3% de votantes sobre el total de electores habilitados (3.405.173). El compromiso cívico de la ciudadanía en conjunto con la protección por parte de las fuerzas de seguridad logró una jornada de indiscutible transparencia electoral. Es para señalar también que esta sería la última elección presidencial en que las mujeres no podrían votar, restricción eliminada gracias a la firma de Perón y al fuerte impulso de Evita que permitirían a casi cuatro millones de mujeres sufragar en 1951.
De esta manera, los trabajadores accedían al Gobierno de manera democrática en lo que serían 10 años de justicia social, soberanía política e independencia económica. Era la justa recompensa por la gesta del 17 de Octubre, en la cual los trabajadores y las organizaciones sindicales fueron responsables absolutos de la liberación de Perón y su rápido regreso a la arena política tras las fallidas pretensiones por parte de los agentes locales y extranjeros de “borrarlo del mapa”. Es por ello que desde GESTAR queremos recordar aquella jornada institucional con la esperanza de que el Justicialismo volverá a ser protagonista triunfante en los procesos electorales que el futuro le depare.